por Ethan Vie Ene 21, 2011 6:06 am
Sí, tenía que admitir que los golpes de aquel moreno cabrón le estaban destrozando físicamente: desde el pellizco en la mejilla - como las abuelas, pensó, dándole un poco la risa interna - hasta ese puñetazo que lo había mandado a un viaje exclusivamente de ida contra el suelo: se relamió un poco los labios notando el regusto tibio y metálico de la sangre que se deslizaba por la comisura de estos para luego esbozar una sonrisa, mirando con atención los ojos dispares del militar.
- Eso he hecho, pedirlo educadamente - respondió haciendo uso de una brillante ironía, porque para él la educación consistía en liarse a patadas a destajo contra ese cabrón.
No supo exactamente como sucedieron los siguientes acontecimientos, posiblemente todavía aturdido por el violento golpe cortesía de aquel jugador que le había reventado la boca, pero sintió el asqueroso suelo pegado contra su mejilla mientras que las hábiles manos enguantadas de aquel gilipollas lo aprisionaban para impedirle el movimiento.
Respiró algo fuerte y cerró los ojos, ya que aquel aire expulsado por sus fosas nasales iba a conseguir que la gravilla pudiera sobrepasar las gafas para colarse en sus ojos, y estaba ya lo suficiente incómodo como para continuar complicándose la vida.
- No, eso lo haría si quisiera que me entendieras - fue su respuesta, sintiendo como alguna que otra piedrecilla le arañaba la cara haciéndolo sangrar.