Lo primero que el rubio hizo al cruzar la puerta del edificio fue lanzar un leve suspiro para tranquilizarse, volviendo su mirada hacia los otros participantes del Igura que descansaban tras un largo día de cazar a otros perros en busca de sus chapas, conversando entre ellos mientras el chico del gorro observaba a todos atentamente con sus celestes ojos.
Tras estar un rato estudiandolos, el joven agachó levemente su mirada para acabar observando la "Dogtag" que colgaba de su cuello, viendose como los diez robos que estaban grabados en esta reflejaban un poco la luces de la amplia sala.
-Uff...-Suspiró finalmente el jugador del Igura mientras se sentaba en uno de los sillones negros, agachando su cabeza mientras cerraba sus ojos, juntando seguidamente sus manos para entrelazar sus dedos, recordando los pocos días que había pasado en aquella ciudad sin ley, habiéndole parecido una eternidad.
"¿Cómo llegué a esto?..." Se preguntó a sí mismo mientras mantenía sus ojos cerrados, empezando a caer una gota de sudor por su sien, intentando que sus piernas no empezasen a temblar "Este sitio es más peligroso de lo que pensaba..."