De vez en cuando le venía bien darse paseos por la derruída ciudad para despejarse la mente. Todos sus conocidos más recientes le habían dicho que durante el día, Toshima no era un lugar tan peligroso a no ser que te toparas con rufianes que ni siquiera sabían valorar el Igura con respeto, así que mientras la luz natural bañase los grises edificios, una pequeña calma reinaba en el distrito, devolviéndoles las esperanzas a más de uno y haciéndoles saber que, pese a todo, aún había vida humana allí.
Sin duda alguien como Keisuke era un cepo bastante atrayente, pues se notaba a las mil leguas su vulnerabilidad y su poca capacidad de lucha, así que era mejor salir a solas, mientras él esperaba en el hotel o el bar, o cualquier zona segura. Realmente Akira era un solitario muchacho que de vez en cuando necesitaba olvidarse de la gente, incluso de alguien tan importante para él como Keisuke.
Aquella había sido una agradable y soleada tarde, algo muy inusual en aquella ciudad, casi siempre inundada en lluvia. Cuando vino a darse cuenta, ya estaba casi anocheciendo y mejor convendría volver al hotel cuanto antes para evitar problemas. No se sentía con ganas ni fuerzas para salir a pelear en el Igura.
Todo lo contrario a lo que le ocurría en el Bl@ster, el cual lo tomaba como un trabajo que hacía sin demasiada ilusión pero sin esfuerzo, de forma automática. Como un robot que hubiese sido programado para ello.
De pronto, un aire gélido a sus espaldas lo sacó de sus pensamientos. Rápidamente se volteó, sacando su cuchillo dispuesto a defenderse de lo que parecía ser algún visitante... sin embargo, allí no había nadie.
Pero sí algo.
Sobre el suelo, descansaba un misterioso maletín negro.
No recordaba haberlo sobrepasado al andar. Es como si de pronto se hubiese aparecido allí, desde la nada. Suspiró y guardó de nuevo su cuchillo en su cinto, agachándose para mirar más de cerca el objeto.
El sólo hecho de tratarse de un simple maletín le hizo sentir una increíble curiosidad. Además, le resultaba sospechoso... ¿qué habría dentro?
Aquel maletín estaba puesto allí por alguna razón; no era una mera casualidad. Sacó de nuevo su cuchillo e intentó quebrantar los cierres. Sin embargo, estos parecían firmemente sellados bajo el poder de una cerradura.
La sospecha aumentó el doble.
Se incorporó y miró desconfiado el maletín, pero no dijo ni hizo nada más.
La noche ya cayó extendiendo su negro manto sobre la ciudad.
Sin duda alguien como Keisuke era un cepo bastante atrayente, pues se notaba a las mil leguas su vulnerabilidad y su poca capacidad de lucha, así que era mejor salir a solas, mientras él esperaba en el hotel o el bar, o cualquier zona segura. Realmente Akira era un solitario muchacho que de vez en cuando necesitaba olvidarse de la gente, incluso de alguien tan importante para él como Keisuke.
Aquella había sido una agradable y soleada tarde, algo muy inusual en aquella ciudad, casi siempre inundada en lluvia. Cuando vino a darse cuenta, ya estaba casi anocheciendo y mejor convendría volver al hotel cuanto antes para evitar problemas. No se sentía con ganas ni fuerzas para salir a pelear en el Igura.
Todo lo contrario a lo que le ocurría en el Bl@ster, el cual lo tomaba como un trabajo que hacía sin demasiada ilusión pero sin esfuerzo, de forma automática. Como un robot que hubiese sido programado para ello.
De pronto, un aire gélido a sus espaldas lo sacó de sus pensamientos. Rápidamente se volteó, sacando su cuchillo dispuesto a defenderse de lo que parecía ser algún visitante... sin embargo, allí no había nadie.
Pero sí algo.
Sobre el suelo, descansaba un misterioso maletín negro.
No recordaba haberlo sobrepasado al andar. Es como si de pronto se hubiese aparecido allí, desde la nada. Suspiró y guardó de nuevo su cuchillo en su cinto, agachándose para mirar más de cerca el objeto.
El sólo hecho de tratarse de un simple maletín le hizo sentir una increíble curiosidad. Además, le resultaba sospechoso... ¿qué habría dentro?
Aquel maletín estaba puesto allí por alguna razón; no era una mera casualidad. Sacó de nuevo su cuchillo e intentó quebrantar los cierres. Sin embargo, estos parecían firmemente sellados bajo el poder de una cerradura.
La sospecha aumentó el doble.
Se incorporó y miró desconfiado el maletín, pero no dijo ni hizo nada más.
La noche ya cayó extendiendo su negro manto sobre la ciudad.
Última edición por Akira el Jue Mar 10, 2011 1:57 am, editado 1 vez