Sin embargo, eso no era excusa. Tenía que conseguir a toda costa las chapas necesarias para poder ganar ese juego. No le importaban las riquezas ni todo lo que Vischio pudiera ofrecerle... sólo quería ser libre y construírse su propio camino, sin que nadie le forzase a lo contrario.
No le hacía gracia salir fuera a pelear, pero después de todo, mientras no matase, todo estaría bien. El Bl@ster le había enseñado a aporrear pero no a asesinar. No obstante todo aquello era tan distinto... allí parecía que morir fuese la cosa más normal del mundo. Jamás hubiera imaginado que existiera un sitio y un juego tan espeluznante como aquel...
Se frotó los entumecidos nudillos y suspiró, echando a andar por una de las múltiples calles de la ciudad. No atacaría a no ser que fuese necesario... y seguro que tendría varios contrincantes dispuestos a enfrentarse en un duelo.
De esos no faltaban en Toshima; la gran mayoría estaban sedientos de sangre.
Sus pasos se detuvieron hasta que sintió una presencia. Sus cinco sentidos se activaron y rápidamente extrajo su cuchillo de su funda, poniéndose a cubierta. No sabía muy bien quién era ni dónde estaba, pero algo le decía que no estaba solo.