La noche empezaba a caer sobre Toshima, pasando el cielo de un color anaranjado a azul oscuro conforme el Sol se iba ocultando entre los altos edificios casi derrumbados de la ciudad sin ley, empezando a refugiarse la gran mayoría de jugadores para descansar, quedando tan solo en las oscuras noches del lugar algunos Participantes acostumbrados a las luchas de noche.
En la entrada de la Mansión de Vischio se oía como algo era arrastrado por el suelo, tratándose de un cuerpo inerte de un jugador del "Igura" que no había tenido mucha suerte, dejando un rastro de sangre a su paso. De él tiraba un hombre de larga melena rubia, tapando la mayoría de su cabeza con la capucha roja de una chaqueta roja, dejando a la vista su torso desnudo en el cual había tatuados algunos tribales en su pecho. Este arrastraba el cuerpo inerte, llevándolo clavado en las garras que agarraba con su mano derecha, caminando él con tranquilidad en dirección a la gran puerta donde vivía.
-¡Eeey!-Gritó entonces alto desde la puerta, mostrando mientras tanto su boca abierta con una sonrisa plasmada en esta-¡Ya he llegado a casa, Bitro! ¡Ábreme la puerta!
Pero el rubio no obtuvo respuesta en el interior del gran edificio, quedándose parado de pie en los escalones que llevaban a la entrada mientras observaba fijamente la fachada de la Mansión, suspirando seguidamente para llevar su mano libre hasta su cabeza, empezando a rascarse la por encima de la capucha.
-Mmmm... Parece que no hay nadie en casa... ¿Y ahora qué hago para entrar?...
En la entrada de la Mansión de Vischio se oía como algo era arrastrado por el suelo, tratándose de un cuerpo inerte de un jugador del "Igura" que no había tenido mucha suerte, dejando un rastro de sangre a su paso. De él tiraba un hombre de larga melena rubia, tapando la mayoría de su cabeza con la capucha roja de una chaqueta roja, dejando a la vista su torso desnudo en el cual había tatuados algunos tribales en su pecho. Este arrastraba el cuerpo inerte, llevándolo clavado en las garras que agarraba con su mano derecha, caminando él con tranquilidad en dirección a la gran puerta donde vivía.
-¡Eeey!-Gritó entonces alto desde la puerta, mostrando mientras tanto su boca abierta con una sonrisa plasmada en esta-¡Ya he llegado a casa, Bitro! ¡Ábreme la puerta!
Pero el rubio no obtuvo respuesta en el interior del gran edificio, quedándose parado de pie en los escalones que llevaban a la entrada mientras observaba fijamente la fachada de la Mansión, suspirando seguidamente para llevar su mano libre hasta su cabeza, empezando a rascarse la por encima de la capucha.
-Mmmm... Parece que no hay nadie en casa... ¿Y ahora qué hago para entrar?...