Sabía que Toshima era un lugar de todo menos agradable, pero realmente no sabía que las cosas estuvieran tan tremendamente mal.
Gwen la había llevado en coche hasta allí y en ningún momento se separó de ella. Eso sí, aún esperaba una respuesta precisa por parte de su superiora, la cual no parecía muy dispuesta a resolver.
- Emma, ¿acaso crees que podrás convencer a "n" para que se una de nuestro lado?... -insistió, mirándola preocupado.
- Como sea, tenemos que capturarlo -atajó ella- O si no los de la Nikkou nos podrían tomar demasiada ventaja.
- ¿Crees que... la guerra civil ya es un hecho inminente? -volvió a preguntar el secretario.
- La guerra ya empezó... desde el día que "n" pisó el suelo de Toshima -sentenció ella, afilando la mirada- Sin embargo, si lo capturamos, podremos ponerlo bajo control... como en los viejos tiempos.
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El vehículo aparcó junto a la frontera que separaba Toshima del resto de Antiguo Origen, aislándola como si se tratase de un campo de concentración de los antiguos nazis. Emma cargó su pistola, y lo mismo hizo su secretario, el cual se colocó un sombrero sobre la cabeza.
- Recuerda que tenemos que mantenerlo con vida -indicó la pelirroja- No podemos permitirnos perderle de nuevo.
El hombre asintió y juntos se adentraron en aquel oscuro distrito.
Gwen la había llevado en coche hasta allí y en ningún momento se separó de ella. Eso sí, aún esperaba una respuesta precisa por parte de su superiora, la cual no parecía muy dispuesta a resolver.
- Emma, ¿acaso crees que podrás convencer a "n" para que se una de nuestro lado?... -insistió, mirándola preocupado.
- Como sea, tenemos que capturarlo -atajó ella- O si no los de la Nikkou nos podrían tomar demasiada ventaja.
- ¿Crees que... la guerra civil ya es un hecho inminente? -volvió a preguntar el secretario.
- La guerra ya empezó... desde el día que "n" pisó el suelo de Toshima -sentenció ella, afilando la mirada- Sin embargo, si lo capturamos, podremos ponerlo bajo control... como en los viejos tiempos.
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El vehículo aparcó junto a la frontera que separaba Toshima del resto de Antiguo Origen, aislándola como si se tratase de un campo de concentración de los antiguos nazis. Emma cargó su pistola, y lo mismo hizo su secretario, el cual se colocó un sombrero sobre la cabeza.
- Recuerda que tenemos que mantenerlo con vida -indicó la pelirroja- No podemos permitirnos perderle de nuevo.
El hombre asintió y juntos se adentraron en aquel oscuro distrito.