::BLOOD RAIN::

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Bienvenidos a Toshima, donde el infierno espera por ti a la vuelta de la esquina.

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    Palabras perdidas

    Naitou
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    Mensajes : 2
    Fecha de inscripción : 11/01/2011

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    Mensaje por Naitou Lun Feb 14, 2011 6:36 am

    Amor. Era algo en lo que jamás había creído. ¿Qué era realmente el amor? ¿ un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, y resultante y productor de una serie de emociones, experiencias y actitudes? ¿ Un sentimiento profundo e inefable de preocupación cariñosa por otra persona, animal o cosa? Era muy confuso para el, alguien que jamás había experimentado algo así. O quizás sí, solo que no lo recordaba.

    Era una palabra difícil de definir de un modo consistente, pero que despertaba en él una curiosidad implacable. Muchos creen experimentar esa sensación de amor, esa palabra tan confusa y complicada, pero… ¿Realmente saben su verdadero significado?

    Se subió sobre aquel hombre tendido sobre aquella vieja cama, sentándose sobre su vientre de forma sutil pero sugerente a la vez. Su mano, tersa y blanca se deslizó con erotismo hasta la bragueta de sus pantalones, bajándolos sin vacilación. Sus cabellos grisáceos y largos resbalaron a sus costados, cayendo entre sus hombros desnudos.


    — Venga zorra, súbete y empálate en mí — murmuró aquel desagradable ser de forma lasciva y asquerosa.

    Odiaba a todos. Deseaba verlos arder en el fuego del purgatorio, viles seres pecaminosos y sin moral, entregados a la miseria de aquella mugrienta cuidad. Conformistas crueles sin escrúpulos, esperando cuales buitres a que les dieras la espalda para desgarrarte y tragar tus entrañas. Así eran todos en esa maldita cuidad sin ley.

    Palpó por detrás aquel trozo de carne palpitante entre sus glúteos, sintiendo la dureza y el calor de este. Sin inmutarse siquiera, empezó a bajar lentamente sobre aquella longitud erecta.

    Su boca se movió ligeramente, apenas un imperceptible sonido salió de ella. Aún así, sus ojos rojos, hipnotizantes seguían tan inexpresivos como siempre.

    Odiaba esa sensación.


    — Ahh sí, puta… que culo de vicio tienes, joder— murmuraba su cliente, acariciando sus caderas y moviéndolo sobre él con fuerza.

    Ni siquiera dolor sentía. Sus muslos se entumecían y otra vez, esa sensación húmeda resbalando entre sus piernas.

    Sangre.

    ¿Cuantas veces la había visto ya? Había perdido la cuenta de ello.

    La agonía duró unos pocos minutos más, hasta que por fin, aquella esencia repugnante llenó sus entrañas, quemándolas sin piedad.

    Amor. Esa palabra que una vez esa persona le enseñó, y que con el tiempo, olvidó. Anhelaba volver a encontrarlo, volver a escuchar de sus labios, aquel significado que hasta ahora encontraba insípido y vacío.

    El desgraciado se reacomodó los pantalones y seguidamente le arrojó un par de chapas flojas sobre su rostro. Estas cayeron sobre el colchón y sus ojos rojos ahora se desviaron a la figura portadora de corrosivo veneno.


    — No has estado nada mal— masculló el hombre de forma burlesca y desagradable, colocándose su chaqueta y avanzando hasta la puerta para desaparecer de ella en cuestión de segundos.

    Un silencio se hizo en la oscura habitación. Amaba esos momentos de soledad, la tranquilidad que proseguía al sexo. Con sus piernas temblorosas se puso de pie. Aquellas gotas del mismo color de la sangre que pintaba las calles de Toshima, se estrellaron contra el suelo, pintando su piel parecida a la porcelana.

    Sus ojos, totalmente desinhibidos se fueron a la ventana de aquell mugriento cuarto, mirando como tantas veces había hecho, las gotas caer.


    — Lluvia otra vez…

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