por Nano Miér Oct 20, 2010 9:49 pm
"Perros sin colores tendidos en aquel rojo vivo llamado Toshima. Sin fuerzas; entregados a la muerte y a la vana posibilidad de un último suspiro de vida. Tan frágil era la vida humana, tan fácil era predecir el destino prescrito que a aquellos sin color les acechaba."
"Colores vivos que en un abrir y cerrar de ojos perdían su vida y fulgor, sumiéndose en una oscuridad absoluta e infinita. La muerte."
"Solo los más aptos pueden vivir su destino y teñir su lienzo blanco."
¿No piensas lo mismo…?
Sus ojos se abrieron lentamente. Aquel brillo azul se fue tiñendo de púrpura, aquel púrpura, pesadilla de muchos. Su cuerpo permaneció estático, como un gran centinela sosegado y poderoso, aferrado desde la cima de un poste, juzgando en silencio.
Entre sus cabellos, aquel pequeño gato blanco salió de sus hebras, jugueteando entre su cuello, buscando atención.
— ¿Qué color le darías tú? — pronunció con esa calma en él, antes de que el animal se arrojase al vacío sobre aquella mancha oscura y sin vida portadora de cólera.
Las uñas del pequeño gato se hincaron al cuero del moreno con fuerza. El impacto lo había dejado fuera de juego unos pocos segundos, soltando a Akira y retrocediendo varios pasos, confuso.
— ¡¿Qué demonios…?!— gruñó, tomando a aquella bola de pelos con violencia y arrojándola contra la cerca.
Poco tiempo tuvo Shiki de asimilar lo ocurrido, cuando alzó la mirada para volver a centrarla en el muchacho; un sonido metálico volvió a captar su atención. Unas vigas de acero cayeron desde la azotea del edificio a sus pies y en cuestión de segundos, se estrellaron contra el asfalto, levantando polvo y ocasionando un caos que duró un par de minutos. Minutos que Keisuke supo aprovechar, tomando a su amigo del brazo y tirando de él para alejarse del lugar.
“Mientras tu lienzo esté pintado de negro, seguirás siendo una insignificante mancha sin vida.”
Sus ojos se entrecerraron y, como llegó, se fue con el viento.