Cadena Perpetua

La cama era todavía más incómoda que la de su humilde apartamento en Mikasa. Los muelles se le clavaban en los huesos y para colmo, chirriaba al más mínimoo movimiento. Y sólo llevaba dos días encerrado en aquella celda.

Oyó el sonido de unos pasos y unas llaves introduciéndose en la puerta metálica de la celda. Un guardia abrió y entró en la estancia.

- Tienes visita, "Lost" -masculló, sonriéndole con un par de esposas en la mano.

Akira se sorprendió un poco pero no hizo el más mínimo comentario al respecto. Extendió las manos para que el guardia le colocara los grilletes y lo sacara de un empujón de allí, hacia la sala de visitas.

- ¿K-Keisuke?...

Lo cierto es que, ¿quién otro habría ido a visitarle? Keisuke era el único amigo que tenía. Debería haberlo esperado, aunque lo cierto es que le incomodaba que lo viese allí, atrapado como un pobre perro.

Le miró serio cuando éste murmuró aquel "es mentira". Claro que lo era. Sin embargo, algo o alguien se las había ingeniado bastante bien para inculparle. Miró hacia un lado y se sentó frente a su amigo, al cual tan sólo podía ver tras el cristal. Se le veía apenado... aunque Akira en aquel momento estaba más preocupado por el berenjenal en el que le habían metido que por su amigo.

- No sé qué diablos está pasando... -contestó, entrecerrando los ojos, sin mirarle- Pero no pienso quedarme aquí por mucho tiempo.

— ¡T-te han dado perpetua, Akira! ¿C-cómo puedes decir eso?— volvió a exclamar frustrado, sin duda por ver a su mejor amigo tras rejas y no poder hacer absolutamente nada.

Nuevamente, aquellas miradas escrutadoras y molestas se posaron en él, pero no le importó esta vez, levantó su vista a su amigo, ahora mirándolo seriamente, o al menos intentando hacerlo.

Sabía que era mentira, y verle a los ojos le confirmaba todo. Su amigo no era capaz de tal cosa. Aquello había sido sin duda una treta de alguien para inculparlo, pero… ¿Quién sería capaz de tal cosa? ¿Y por qué?

— Akira… pase lo que pase, yo voy a estar a tu lado — le dedicó una sonrisa encantadora y media tonta.

Sabía que le habían condenado a perpetua, no necesitaba que Keisuke se lo recordara. Sin embargo, optó por callarse por el momento, limitándose a devolverle aquella mirada seria, sólo que en su caso, aparentemente más despreocupada.

¿A su lado? ¿Cómo podía Keisuke decir algo así? Qué iluso era

- Tss... lo sumo estarás como ahora, através de un cristal -respondió, sonriendo leve y sarcásticamente- No te preocupes -añadió, acercándose ahora al cristal y articulando con los labios un "me escaparé".

Tenía intenciones de hacerlo sí o sí. Total; la cadena perpetua era lo peor a lo que podían condenarle. Incluso la pena de muerte le seducía más que pasarse el resto de sus días entre rejas. Así, que, ¿qué tenía que perder? Después de todo, pudo escaparse de aquel orfanato cuando era pequeño. Esto no debía de ser muy distinto.

Típico de él, preocuparse hasta tal punto de traerle la comida como más de una vez había hecho anteriormente. Sin embargo, no dijo nada hasta que la manzana que segundos antes tenía Keisuke en las manos cayó en redondo escapándosele de entre los dedos.

- ¿Qué pasa? -su expresión se tornó menos seria, frunciendo el ceño- No querrás que me pudra aquí dentro, ¿no? -añadió, casi en un murmullo imperceptible.